La inserción en el mercado laboral es un momento difícil, de transición entre la vida universitaria y la vida profesional futura. Todos soñamos que con nuestro flamante título en mano, seremos recibidos “con los brazos abiertos” por las empresas, para darnos un puesto de trabajo “hecho a medida”.
Sin embargo, la realidad es bastante diferente de nuestros sueños. Nos enfrentamos con un mercado laboral altamente competitivo y cambiante. Un mercado laboral que valorará nuestro paso por la universidad como un requisito necesario pero no suficiente.
Activos personales
Este mercado laboral aprecia el “valor agregado” de habilidades y capacidades que le permitan incorporar a sus puestos de trabajo a personas polivalentes, flexibles y proactivas, que aporten soluciones creativas a los problemas propios del devenir cotidiano.
La mayoría de estudios realizados en este campo por consultoras de Estados Unidos y de Europa, coincide en lo que las empresas consideran como las principales habilidades que debe tener el aspirante a un puesto de trabajo:
-Mentalidad abierta
-Capacidad de adaptación a los cambios
-Capacidad para trabajar en equipo
-Posibilidad de movilidad a nivel internacional
-Capacidad para trabajar en entornos internacionales
-Comunicación oral y escrita
-Conocimientos informáticos
-Capacidad para comunicarse en dos o más idiomas
-Práctica en empresas (pasantías)
-Actitud proactiva
-Iniciativa
-Capacidad para resolver problemas en forma autónoma
Leyendo el listado anterior, podemos darnos cuenta, a simple vista, que las empresas ya no se conforman con la formación acreditada mediante un título. Valoran otras cualidades, que no siempre se adquieren en la universidad.
Habilidades laborales, ventajas competitivas
La deslocalización de los puestos de trabajo, propia de la globalización, demanda personas con posibilidades de movilidad geográfica y con la capacidad necesaria para adaptarse a diferentes entornos y culturas empresariales.
Serán también altamente apreciadas las habilidades de comunicación, tanto en la lengua nativa como en otros idiomas. El manejo de herramientas informáticas es también un factor decisivo a la hora de elegir un candidato para un puesto de trabajo.
Pero también es importante tener en cuenta que el mercado laboral es cambiante. La empresa no crea un puesto de trabajo “a tu medida”, sino que es una organización que tiene metas, objetivos y problemas. Y necesita personas que le “agreguen valor”; que puedan resolver problemas, aportar soluciones desde la iniciativa propia. Personas que se han especializado en algún campo, pero que tienen la flexibilidad necesaria para adaptarse a diferentes tipos de tareas.
¿Cómo prepararse para responder a esta demanda?
Podemos sentirnos abrumados o paralizados frente a esta situación, o actuar de manera efectiva para encararla con éxito. El momento de formación universitaria debe ser un momento para desarrollar al máximo el conocimiento teórico del campo profesional que hayamos elegido. Pero sabemos que con esto no alcanza.
El tránsito por la universidad debe ser también aprovechado para iniciar otras acciones que nos facilitarán nuestra inserción laboral. Entre las acciones que podemos desarrollar, se pueden destacar:
-Aprender idiomas
-Perfeccionar tus conocimientos informáticos
-Tomar cursos de “marketing personal”
-Realizar pasantías (rentadas o no)
-Desarrollar la comunicación oral y escrita
En síntesis:
Una actitud proactiva implica ponerse en acción, en movimiento, por iniciativa propia, para que las cosas sucedan como nosotros esperamos. Conociendo lo que las empresas esperan de los graduados a la hora de considerarlos como candidatos para un puesto de trabajo, podemos ocuparnos de desarrollar o mejorar las cualidades que éstas valoran.